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jueves, 16 de octubre de 2008

Llámale X (VII)

Capítulo 7 - Two much

Llevo todo el fin de semana sin dormir. Desde lo que pasó el viernes nada va a volver a ser igual. Por un lado, ya no me voy a tener que preocuparme por Sofía por haberle chupado la polla a su novio en el cine, pero eso no me supone ningún alivio.

¿Cómo le voy a decir a Sergio que le he puesto los cuernos con Luis y con Carlos en la misma noche? Sé que mi actitud es inexcusable, pero estábamos todos borrachos y fumados, no era dueña de mis actos. Vale, lo de aquella noche era por eso, pero ¿y todo lo anterior?

La cabeza me va a estallar… Y esta noche llega Sergio de Portosín. Ya me imagino la escena…

-“Hola cariño, ¿que tal te lo has pasado este fin de semana sin mí?
-“Fatal, Sergio. Me aburría tanto que me he fumado unos porros, me he emborrachado y me he follado a Luis y a Carlos delante de Sofía”

A veces la verdad resulta increíble. Si se lo suelto así, como quién no quiere la cosa, fijo que no se lo cree y hasta es posible que se ría y no tenga que hablar de ello nunca más. Pero no lo tengo muy claro, hay más partes implicadas en el asunto.

Sofía y Luis lo tienen fácil, no tienen que esconderse de nada, pero el novio de mi hermana y yo tenemos un marrón bastante importante. Lo mejor es hablarlo con Carlos personalmente, que él también es parte implicada.

No sé que hacer con mi vida, necesito relajarme un poco…

Lo mejor que puedo hacer es tomarme una larga ducha. Dejar que el agua caliente caiga sobre mi nuca y recorra mi espalda es una sensación de lo más placentera. Apoyar las manos y la cabeza en la pared, y dejar correr el agua mientras la habitación se va llenando de vaho. Levantar levemente la cabeza para que el chorro de agua riegue mi rostro y peine mis rizos hacia atrás mientras el resto de mi escultural cuerpo se empapa.

Un leve suspiro de alivio surge de mis labios. Con el agua corriendo, me inclino para alcanzar el bote de champú. Lo abro con cuidado y lo acerco a mi nariz para apreciar su aroma. Es un champú de hierbas afrodisíacas que usa mi hermana y que le deja un olor muy interesante en el pelo. Vierto un poco del gel en mi mano y comienzo a esparcirlo por mi cabeza a la vez que me masajeo el cuero cabelludo con la punta de mis dedos. No se a ti, pero a mí me encanta cuando voy al salón de belleza y me lavan la cabeza. Entre la música relajante, el olor de los cosméticos y el masaje, alguna vez me he llegado a quedar dormida del gusto.

El champú empieza a hacer efecto y quiero que esa sensación agradable de mi cabeza recorra todo mi cuerpo. Con las manos aún llenas de espuma, voy acariciándome la nuca y el cuello y voy dirigiendo mis manos hacia mis húmedos senos. Comienzo a sentir el aroma del gel brotando de mi pecho, quiero más. Un escalofrío recorre mi espalda y mis rosados pezones se hacen cada vez más pequeños, a la vez que se empiezan a endurecer. La piel de mis pechos empieza a ponerse de gallina, mientras que con mis manos no dejo de masajearlos. Con la punta de mis dedos, jugueteo con mis nerviosos pezones y noto como la temperatura comienza a subir de verdad. El agua ya no está tan caliente, y sin dejar de masajearme mi pecho izquierdo, mi mano derecha desciende disimuladamente hacia el ombligo, donde me detengo durante un instante, aunque continuar el descenso se hace inevitable.

Casi llegando a su destino, noto el incipiente vello surgir casi llegando a mi entrepierna. El tacto agradable del pelo muy corto en mis dedos, hace que mi entrepierna se encienda y empiece a humedecerse, aunque mucho me temo que el agua de la ducha no tiene nada que ver con ello.

De repente alcanzo graciosamente el tallo de mi clítoris, sensiblemente hinchado por la excitación, aunque todavía está escondido debajo de su capuchón. Con mi dedo corazón empiezo a hacer círculos sobre la base de mi botoncito, lo cual me produce una agradable sensación de placer. Con mi mano izquierda, insisto en pellizcarme levemente el pezón de mi pecho izquierdo para que la excitación se duplique. Con mi mano derecha sigo rozándome ahí, donde más me gusta.

Con los dedos índice y anular, separo mis labios y desciendo el dedo corazón casi hasta la entrada de mi agujerito, para empaparlo con mis jugos, para humedecerlo bien, pues lo mejor está todavía por llegar.

Con los tres dedos de mi mano derecha y una leve presión, retiro la capucha de mi botoncito del placer, quedando así expuesto a mis deseos más febriles. Con mi dedo corazón empapado, comienzo a acariciar suavemente la cabeza de mi clítoris en círculos ejerciendo una leve presión, y una sensación de placer intenso me recorre de los pies a la cabeza. Me retuerzo del gusto, pero necesito más. Empiezo a frotarme enérgicamente mi bultito de izquierda a derecha con los tres dedos empapados y otro suspiro emerge de mi boca, aunque esta vez es de placer, mucho placer.

Comienzo a frotarme más y más rápido y noto como una bomba de buenas vibraciones empieza a armarse en mi interior. Con la mano de mi pecho, descuelgo el teléfono de la ducha y lo dirijo a mi entrepierna, para que el chorro de agua continúe por mí el trabajo con mi clítoris. La sensación de las múltiples gotas de agua a presión masajeando mi botoncito, me produce tanto placer que comienzo a doblarme hacia delante y noto que empiezo a perder la fuerza en mis rodillas.

Ante tanta excitación, decido recostarme con mi cuerpo todavía enjabonado en la bañera.

Noto el tacto de la cerámica caliente en mi espalda y el efluvio afrodisíaco del champú confunde mi olfato y nubla mi sentido. Ante mí, aprecio mis tetazas enjabonadas con los pezones como puntas de lanza. Entre ellas, un poquito más abajo, veo y siento el chorro de agua aplicado en mi clítoris, dándome un placer sin igual.

Pero todavía tengo mi mano derecha libre.

Me introduzco dos dedos en la boca y comienzo a chuparlos suavemente, como si fuesen una polla que todavía no está dura del todo. La imaginación hace el resto. El tacto rugoso de mi lengua en mis dedos me excita más y más. Ya siento que me falta poquito para explotar. Sólo un último empujoncito.
Saco mis dedos de la boca y dirijo mi mano hacia abajo, aún tiene algo más que hacer por mí hoy. Jugueteo con mis dedos en la entrada de mi coño, para que la excitación se eleve exponencialmente, justo antes de meterme el índice y el corazón pegados a la parte de arriba de mi vagina, buscando ese puntito que haga liberarme de toda esta tensión acumulada. Giro mis dedos dentro de mí, para inundarme de placer, a la vez que me aproximo a esa zona de extremo placer. Creo que ya lo tengo. Empiezo a girar el chorro de agua sobre mi clítoris, frotándome con la ducha, mientras empiezo a meter y sacar rítmicamente los dedos acariciándome mi punto G. Ya viene, ya viene…

Mis piernas se cierran, mi espalda se dobla hacia delante y todos los músculos de mi cuerpo se contraen a la vez que mi boca exhala un leve gemido climático. El orgasmo recorre mi cuerpo durante unos segundos que parecen minutos, hasta que al final va desapareciendo a medida que mi espalda vuelve a recostarse dentro de la bañera.

Con los ojos todavía cerrados, oigo que la puerta del baño se abre despacio. Abro los ojos y me incorporo. Desde detrás de la mampara percibo una silueta que se acerca hacia mí.

Abro la mampara y de entre el vaho que inunda la estancia surge una figura…

4 comentarios:

Capuleto dijo...

Hay que tener cojones para parar el relato justo ahí, Jose xDDD

BlackMouth dijo...

Yaaaaaaaaaaaaaaa...

Está hecho a propósito, ñeeeeeeeeeee!!!

Neodian dijo...

YO aun no entiendo muy bien el sentido de estas historias, es decir, ¿pretendes que nos vayamos palote para la cama?

WcRich dijo...

fiesta el lunes !!!!

Vaya comentario de mierda...