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miércoles, 17 de junio de 2009

Llámale X (VIII)

Capítulo VIII – Ese oscuro objeto de deseo

…Salgo de la ducha todavía empapada y con mi mano alcanzo la toalla colgada en la pared. Me apresuro a taparme y el vaho comienza a disiparse dejando entrever una silueta conocida.

-Hola, Marta...
-¿Quién eres? –me apresuro a interrumpir.

La silueta se acerca hacia mí y de entre el vapor surge Carlos, ataviado con una camiseta surfera bastante apretada y un bañador pirata.

-Tranquila, soy Carlos. Venía a hablar contigo porque no dejo de pensar en lo del otro día, y al subir por la escalera te he oído en el baño y pensé que te pasaba algo malo, pero al acercarme a la puerta ví que estaba ligeramente equivocado…
-¿Cuanto tiempo llevas ahí, espiándome?
-El suficiente como para querer entrar.

Al verme descubierta por Carlos noté como me empezaba a ruborizar y un escalofrío recorrió mis entrañas. Estábamos los dos de pie en el baño y no pude evitar desviar mi mirada hacia su paquete. Su enorme polla podía vislumbrarse en relieve dentro de su bañador. Carlos estaba a tono y saber que mi escenita le había provocado aquella erección me ponía muy pero que muy caliente. Además la humedad del ambiente había empapado su camiseta y podía verse el contorno de sus trabajados abdominales. Mi corazón empezaba a acelerarse.

Me acerqué a él y con voz juguetona le susurré:

-¿Y te ha gustado lo que has visto?
-Ya lo creo, pero me gusta más lo que veo ahora, que la mampara dejaba bastante a la imaginación.
-Y veo que no eres el único al que le ha gustado… -sonreí mientras señalaba hacia su entrepierna.
-Jejeje… Sí, a ésta le han entrado ganas de jugar.
-¿Y por qué no te quitas el bañador y así jugamos todos?

Carlos no lo dudó demasiado

-¿Y por qué no me lo quitas tú?
-Ya veo por donde vas…

En seguida me di cuenta de que Carlos quería que soltase la toalla que tapaba mi escultural cuerpo, moteado por todas partes por pequeñas gotas de agua. Así que solté la toalla, y aunque en un principio mis enormes tetas lograron sujetarla por un instante, aquella pieza de algodón terminó por deslizarse de mis pechos, dejándome totalmente desnuda frente a Carlos.

-Creo que llevas demasiada ropa puesta… –bromeé mientras me arrodillaba sobre la toalla que había quedado dispuesta graciosamente a sus pies.

Comencé a desabrochar el lazo que todavía sujetaba el bañador de Carlos y pude notar como su miembro palpitaba con la excitación. Llevé mis manos a su turgente trasero y tiré de la prenda con delicadeza para que ésta fuese bajando lentamente y así dejar a la vista, muy poco a poco, el recortado vello púbico del novio de mi hermana.

Carlos se llevó las manos a la base de su camiseta y tiró de ella hacia arriba, dejando su trabajado torso al desnudo, como en aquel anuncio de Coca-Cola Light.

Aún de rodillas y ante aquella imagen celestial, alcé mis manos hacia sus pezones, para regodearme en mi suerte al deslizarlas desde su pecho hacia la cintura, repasando con mis dedos la silueta de sus abdominales. Descendí y descendí hasta que alcancé de nuevo la goma del bañador, para terminar de retirarlo muy lentamente y dejar al aire aquel enorme miembro en erección, justo a la altura de mi rostro.

Agarré con mi mano derecha aquella parte de su escultural cuerpo y comencé a deslizar sus pieles de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, mientras él desde las alturas contemplaba el espectáculo. La erección era tal que, al deslizar mis jugosos labios sobre él, noté en mi cara cómo su pene desprendía calor. Repasé con la punta de mi lengua la base de su falo y comencé a recorrerlo en dirección a su glande por su parte inferior, para terminar besando la rosada punta de su capullo.

Le miré a los ojos y comencé a introducirme su dulce polla en la boca, humedeciéndola con mi saliva, saboreándola en toda su extensión. Comencé a mover mi cabeza de delante a atrás para que, al introducirla y sacarla, notase el roce de mis labios; al principio despacito, pero cada vez más rápido.

Visiblemente alterado por mi mamada, Carlos extendió su mano entre los rizos de mi cabeza y acompañó con una leve presión los movimientos de mi cabeza, invitándome a que cada vez introdujese una cantidad mayor en mi boca. Así lo hice, hasta que con la boca abierta del todo, y la práctica totalidad de su pene en mi boca, la punta de mi nariz rozó con el leve vello que manaba de su cintura.

Mientras seguía chupando aquél don que Carlos tenía entre sus piernas, descendí mi mano izquierda hacia mi rajita y pude comprobar como mis fluídos empapaban mi sexo. Viéndome preparada para invitar a Carlos a entrar dentro de mí, me levanté de mi posición sin dejar de pajearle, a la vez que lamía su torso con mi lengua.

Cuando mis ojos, llenos de vicio, se cruzaron con los suyos, giré media vuelta delante de él y colocando su miembro entre mis nalgas, me apoyé en el lavabo.

Carlos agarró su polla y la deslizó varias veces entre mis nalgas, para finalmente colocarla en la entrada de mi rajita. Noté como suavemente la punta de su verga se introducía dentro de mí, como volvía a salir y cómo al volver a entrar lo hizo bien acompañada, hasta el fondo.

Un leve gemido de placer surgió de mis labios, para transformarse en vaho en la superficie del espejo de aquel baño lleno de lujuria.

Me agarró por la cintura y la introdujo hasta el fondo del todo. Pude notar como su capullo recorría toda mi vagina y terminaba rozando arriba del todo, donde mi cuerpo no daba más. Mis pezones se endurecieron de golpe al tocar la fría cerámica del lavabo al inclinarme para intentar que entrase todavía un poquito más dentro de mí. Aquella desconocida sensación de placer me volvió loca.

Comencé a moverme para indicarle el ritmo que quería y él supo entenderlo y comenzó a follarme como nunca antes lo había hecho nadie. Al verme desbocada, sólo una palabra salía de mi boca:

-Más, más, más…
-¿Quieres más? –preguntó Carlos.
-Sí… -musité
-Chúpame este dedo –dijo ofreciéndome su pulgar derecho.

Comencé a chuparle su pulgar como antes lo había hecho con su polla, succionándolo con energía, lamiéndolo. Con cuidado, Carlos retiró su dedo de mi boca y volvió a sujetarme por la cintura para cambiar a un ritmo más lento. Mientras seguía penetrándome, dirigió su pulgar hacia mi culo y lo introdujo deslizándolo poco a poco. Aquella sensación me recordó a Luis y a su atrevimiento en el cine días atrás, y mi cuerpo estalló en un orgasmo que recorrió todo mi cuerpo como una descarga eléctrica, desde la cabeza a los pies.
Carlos siguió moviéndome a pesar de que yo había perdido el control sobre mi cuerpo, y empezó a meter y sacar el pulgar de mi culo, sin parar de follarme. Aquello me estaba sobrepasando.

Sorpresivamente, Carlos sacó su polla empapada de mi agujerito y su dedo de mi “otro” agujerito y comentó:

-Marta, voy a correrme en tu culo.

Yo creía que se refería a eyacular en mis nalgas, así que accedí, pues nunca lo habían hecho y a mí me gustaba que se corriesen en mis tetas. Pero Carlos tenía otros planes…

Apoyó su cipote en la entrada de mi dilatado ano, y poco a poco fue introduciéndolo. Aquello me cogió por sorpresa, pero con toda la excitación del anterior orgasmo no pude reaccionar a tiempo para evitarlo.

Suavemente, empezó a follarme por el culo, a la vez que con sus manos me sujetaba por la cintura y se ayudaba para metérmela cada vez más y más adentro. Entre mi saliva y los jugos de mi coñito, al poco tiempo aquello empezó a ir como la seda y notaba como su polla se deslizaba sin problemas dentro de mi ano.

Carlos deslizó sus manos desde mi cintura hacia mis pechos y me incorporó, todavía con su miembro dentro de mí. Acertó a sentarse en el borde de la bañera, que estaba situada enfrente del lavabo y solicitó:

-Marta, quiero que botes encima de mí hasta que me corra.
-Vale… -susurré jadeando.

Arqueé mis piernas, apoyé mis pies en el suelo y comencé a moverme arriba y abajo, cabalgando con mi culito sobre su polla. Desde allí arriba podía vernos a los dos en el espejo del baño. Pude verme con las piernas abiertas de par en par, ver como mis tetas botaban con el vaivén y como mis rizos flotaban en el aire.

Ya faltaba poco, noté como Carlos empezaba a tensarse y cogí sus manos y las coloqué sobre mis pechos, para que me agarrase las tetas en el momento de su orgasmo.

-Me voy, me voy… -gimió Carlos
-Vengaaaaaa… -le animé
-¡¿Lo notas, lo notas?!
-Síiiiii…

Carlos explotó dentro de mi culo. Pude notar como su esperma caliente me rellenaba. De la impresión me agarré a sus piernas e introduje todo lo que pude su polla dentro de mí y apreté mi culito para que no se saliese.

Pude notar como se corría, como su enorme verga palpitaba dentro de mí a la vez que expulsaba todo su jugo. Una, dos, hasta tres veces pude notarlo. Su miembro se quedó allí, dentro de mi culo, hasta que no quedó ni una sola gota en él.

Carlos me abrazó agarrando mis enormes tetazas, llevó mi espalda contra su pecho y suspiró. Allí nos quedamos durante unos instantes, con nuestros cuerpos totalmente sudados y exhaustos. Nos miramos, nos sonreímos satisfechos y nos metimos los dos juntos a darnos una refrescante ducha de recompensa por aquel impresionante polvo.

5 comentarios:

Capuleto dijo...

Al fiiiiiiiiiin!

Kily dijo...

Wow...estas sí son historias para no dormir, y no las de Chicho Ibáñez Serrador...XD

BlackMouth dijo...

Kily!!!
Sigues vivo!!!

Ian dijo...

DIOOOOOS! Me he leído toda la historia de un tirón desde el capítulo 1 jajaja no podía parar ni para comentar!

Joder pero tú estás muy mal eeh! xdd Intentas que nos vayamos cachondos pa la cama o que?? Yo que pensaba que Llámale X sería algo de detectives o de misterio xdd Pero qué ingenuooo!!

BlackMouth dijo...

Pues aún quedan 2 capítulos...

Estoy dándole vueltas a la cabeza para ver cómo lo termino.

Si te doy sincero, me va a dar pena cuando se acabe.